lunes, 13 de julio de 2015

Bodegón








Mi madre siempre supo
remover las frutas amargas
de mi infancia con una sonrisa.

Me miraba callada y triste
mientras adornaba
con uvas y peras brillantes
el platón de la mesa.

Alguna que otra manzana
para calmar mi hambre
de palabras.

Una que otra risa
...y rodaba de sus manos
una caricia.

Sin pretenderlo
daba aromas y colores nuevos
a mis fantasías de niño.

Cambiaba las manzanas
por una rebanada de sandía
...y el mantel de mi infancia
estaba nuevamente completo.