miércoles, 7 de octubre de 2015

Carretera









En esta fría carretera
que a veces se pierde
entre hondonadas verdes
y hechizadas colinas.

Busco inútilmente
los letreros
que me lleven hacia ti.

Naufrago
en una serpiente de asfalto
con olanes en bruma.

Sólo yo
en el torpor del volante
sé... lo que duele tu ausencia.









Mi casa






Mi casa huele a pan
por las mañanas
y a cálida marisma
en ciertas horas del día.

Huele a nostalgia
cuando está vacía
sin amor, sin caricias.

Mi casa tiene
habitaciones y pasillos
que la felicidad
anegó con risas de niños.

No hay chimenea
pero sus paredes guardan
el calor que dejaron
interminables fiestas de enanos.

Mi casa es firme roca
y elegante árbol de araucaria.

Tiene en lo más alto copas
repletas de verde ilusión
y nidos:

donde aves de nuevo plumaje
sacuden sus alas
...esperando echarse a volar.








Escritor de fantasías








¿Quién dicta mis palabras
y argumentos
en este lago solitario
de la creación?

Las voces van tomando su sitio
mientras escucho el teclear
de la vieja Rémington.

¿Qué silencio hay en esta mesa,
donde mis personajes saltan
vestidos de turistas
a observar lo que escribo?

El día transcurre perezoso,
entre líneas y cigarros
entre frases y suspiros.

Algunas hojas surcan el aire
como apretadas bolas de nieve
o van directo al cesto de basura.

Mientras mis dedos apabullan si cesar
la pesada máquina en danza siniestra,
donde hay blancos rincones aleteando
y palabras necias, aún sin estrenar.