I
Esta vez navegamos
lejos.
Nuestra pequeña barca
haciendo giros,
se extravió a la
deriva
de un placer
desconocido.
Mi boca
descendió
por sus caderas
y en un lugar secreto
…rodó al infinito.
II
Desde la punta del
mástil
algo murmuró:
entre jadeos
y sofocantes
destellos.
Mientras yo
acariciaba
el follaje íntimo,
anegado de brisa
marina.
III
Un trozo de mi carne
se debatió en sus
adentros
¡con una plenitud
enhiesta!
Por ese mar
embravecido
escuché las sirenas de
sus ojos cantar.
Y me dejé llevar
con el timón amarrado
a la cintura
y la suave brisa de
sus cabellos.
IV
Sólo bastó un momento.
Un
gemido largo
entre
oleajes de espuma
cada
vez más finos.
Dejamos nuestra barca
navegar
ya sin brújula ni
sextante
sumidos
en el letargo
de una tarde
sin destino.
Y el mar
en el fondo de sus
ojos claros
aleteando… se volvió
suspiro.
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