Amén
Señor, llena el vaso
aciago
de la memoria
que no haya duda de
lo que ayer fui,
que no falte el pan
en la mesa
ni la risa de una
mujer
en mi cama.
Señor, sacude el
árbol de mi espíritu
para que puedan caer
los frutos
de la fe,
que tu palabra sea
hoy
esa misa de domingo.
Dame la paz de otros
labios
y un cuerpo de mujer
para abrevar en ella
tu gloria
y así, bendecir tu
nombre
todas las noches.
Señor, acicala de
espejismos
mi alma y aleja de mí
las nuevas cofradías
que piden venganza en
tu nombre.
Y haré
una oración todos los días
por las
caricias y los besos,
que
murieron en batalla.
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